miércoles, 5 de agosto de 2009

La guerra entre los mayas del Posclásico


En una de nuestras sesiones Eduardo tejeda presentó un breve rersumen de su investigación alrededor del tema: Aproximaciones breves sobre la guerra maya durante el Posclásico Tardío en las Tierras Bajas del Norte y las Tierras Altas de Guatemala.


He aqui el resumen. Para efectos de esta página he eliminado todas las citas.



Aproximaciones breves sobre la guerra maya durante el Posclásico Tardío en las Tierras Bajas del Norte y las Tierras Altas de Guatemala.

Se puede observar que existen tres vertientes generales sobre la naturaleza de la guerra en el área maya:
1. La beligerancia confinada a la nobleza con el único objetivo de conseguir prisioneros de guerra para ser sacrificados a los dioses.
2. Organización militar prácticamente nula, limitada solamente a asaltos veloces y carentes de dirección grupal.
3. Gran poderío militar, capacitado para realizar conquistas a larga distancia, en la cual podía participar toda la población masculina de una entidad con edad y capacidad de empuñar armas.
Por otro lado, los documentos coloniales nos brindan una visión distinta.
La mayor información que conocemos sobre el periodo Posclásico procede de los documentos coloniales de los siglos XVI al XVIII, ya que la mayoría de los principales asentamientos fueron arrasados por los españoles o yacen debajo de las ciudades actuales.
Sin embargo, debemos tener presente que la mayoría de éstos papeles fueron escritos por peninsulares que participaron en la conquista de América; por oficiales ligados a la administración del virreinato y las capitanías; o por sacerdotes mendicantes que investigaron la cultura nativa para poder erradicarla e instaurar el cristianismo. Así que todo lo que ellos redactaron está influenciado por sus propios prejuicios y por su particular concepción del mundo, el cual era diferente a la de los indígenas.
También existen casos, en los que varios conquistadores enviaron cartas y relaciones dirigidas al rey de Castilla con bastantes exageraciones; que fueron redactadas con el fin de engrandecer sus proezas en las hostiles tierras sometidas, para así obtener cargos políticos importantes y una mejor recompensa material.
El caso de las fuentes indígenas es similar, muchas de ellas no fueron escritas de primera mano, sino que son la copia de códices originales o historias orales que fueron relatadas generación tras generación. Fueron transcritas a alguna lengua maya usando caracteres latinos, con el motivo de preservar su conocimiento y costumbres.
Los mayas de la Colonia hicieron uso de su historia política para mantener su posición social frente al régimen peninsular en forma de títulos y relaciones; cuyo objetivo era ratificar la ascendencia noble de los linajes sobrevivientes y los derechos de la posesión de las tierras.
Así que mucha de la información contenida en las fuentes históricas puede estar tergiversada y debe ser analizada con precaución.
Cuando Francisco de Montejo arribó a la península de Yucatán en 1527 estaba dividida en varias provincias o reinos denominados k’uuchkabalob’, organizados en unidades menores conocidas como batabilob’.
Durante su estancia en el reino de Mani, él no sabía que existía una pugna de más de cien años con el reino vecino de Sotuta.
Este conflicto se había originado desde la caída del multepal de Mayapán, porque “el gobernador Kokom entró en codicia de riquezas y contrató mexicanos [mercenarios] [...] y oprimió a los pobres e hizo muchos esclavos...” Como respuesta, una coalición de los señores restantes de las demás provincias, encabezada por Aj Xupan Tutul Xiw, derrocaron a los Kokom y los asesinaron, además que saquearon y destruyeron Mayapán durante el un k’atun 8 Ajaw (1441 – 1461). Después de dicho acontecimiento, cada señor se retiró a su respectivo “reino” o se crearon nuevos como el de Aj Kanul y Aj K’in Ch’el.
Eric Thompson mencionó que durante las excavaciones de la Carnegie Institution of Washington en Mayapán, se hallaron indicios de que la ciudad fue devastada por el fuego, hubo actos de desacralización en cachés y edificaciones del centro cívico - religioso. Y se reportaron siete esqueletos arrojados a las afueras de una estructura; a dos de ellos se les encontraron cuchillos de pedernal alojados en el tórax y a otro una punta de proyectil incrustada en la pelvis. El autor relaciona dichos eventos a la rebelión de los Xiw y sus aliados.
La enemistad entre ambos linajes continuaba para 1535, ya que fray Diego de Landa escribió como los Xiw peregrinaron a Chichén Itzá para realizar sus ofrendas al Cenote Sagrado, por lo que fue necesario cruzar la provincia de los Kokom. Ellos aceptaron dar posada a los viajeros, para luego vengarse de ellos mientras descansaban, lo que provocó más conflictos entre los k’uuchkabalob de Mani y Sotuta.
Por otro lado se sabe que los señores de Sotuta también tenían pugnas armadas con la entidad de Aj K’in Ch’el, ya que ellos poseían el monopolio de las salinas de Dz’ilam; y los Ch’el con los Kokom por la obtención de recursos de tierra dentro.
Diego López de Cogolludo relató que: “En las guerras que por su ambición se hacían unos a otros, se cautivaban, quedando esclavos los vencidos que cogían. Y los usaban en todos los trabajos corporales.” Del mismo modo algunas Relaciones geográficas ratifican la esclavitud como uno de los motivos por los cuales los mayas guerreaban; los nobles y militares importantes eran sacrificados, el resto eran vendidos en los mercados de las redes comerciales o servían a su captor. También la adquisición de nuevas tierras y redes tributarias fueron otras de las causas.
Los motivos de la beligerancia en las Tierras Altas de Guatemala son muy similares a las de la península de Yucatán.
El Popol Vuh y el Memorial de Sololá cuentan que los kaqchikel y los tz’utujil se aliaron para derrotar a Q’ikab, señor de los k’iche’; ya que su naciente imperio había sometido varios asentamientos de los kaqchikel y tz’utujil, a los mam y los de Rabinal. Además tenía bajo su dominio el comercio, los caminos, la mano de obra y solicitaba grandes tributos de esclavos, piedras preciosas, metales, miel, plumas y bienes manufacturados.
Pese a que Q’umarkaj – capital k’iche’ – era la entidad más poderosa del Altiplano Guatemalteco, las luchas entre los linajes nobles, la traición, la venganza y el magnicidio, desencadenaron algunas guerras internas a causa de la ambición por el control de la entidad; como el episodio de la conspiración de la casa de Ilocab contra los Cawek. Otro ejemplo fue que el gobierno kaqchikel sufrió de revueltas internas, homicidios entre familias y la fundación de nuevas entidades gracias a la poligamia de la clase gobernante.
Como podemos apreciar, los motivos de la guerra entre los mayas fueron la búsqueda de recursos como tierra para el cultivo, salinas, el control de la rutas comerciales, el tributo y bienes suntuarios; mano de obra, la venganza y el poder.
Las fuentes históricas revelan que en ambas regiones existió el mismo tipo de armamento: hachas de piedra y metal (b’aat); diversos tipos de lanzas, largas y cortas con la punta endurecida al fuego o con la punta de pedernal u obsidiana, escudos de madera o de carrizos entretejidos (pakal), mazas de madera, macanas de doble filo de pedernal u obsidiana, cuchillos, corazas de algodón endurecido con sal – conocidas como euyub o eskopoil –, hondas, lanzadardos (julche’) y el arco (chulul) y la flecha.
El arco y la flecha son una intrusión tardía en toda el área maya, únicamente presente para el Posclásico Tardío. Algunas armas pocas veces son representadas como las mazas, o nunca mostradas como el macuahuitl maya y la honda, salvo en documentos coloniales.
En la península de Yucatán los señoríos no poseían un ejército permanente, pero podían convocar a la población masculina cuando se avecinaba una guerra.
La milicia en la península yucateca estaba encabezada por el halach winik y dos nakomob’ – jefes de guerra –. El cargo del primer general era perpetuo y hereditario, mientras que el segundo era renovado cada tres años durante el mes Pax (mayo) del año solar haab’. Cuando ellos estaban en servicio debían mantener votos de castidad, no comer carne a no ser de iguana o pescado, y se le prohibía consumir cualquier tipo de bebida embriagante.
Los nakomob’ eran quienes convocaban y elegían a los holkanob’ – soldados – que provenían de la población en general. Si el convocado se negaba a tomar partido en las filas del ejército, debía pagarle a otra persona en su lugar y no recibía parte del botín.
Para garantizar la victoria de la batalla se ejecutaba una ceremonia para que el nakom guiara bien a sus hombres durante el combate:
“Antes del mes Pax. Iban todos a casa del nacon [...] y traíanle con gran pompa sahumándole como a ídolo de Templo, y le sentaban quemándole incienso y [...] hasta pasados cinco días de comer y beber de los dones que se ofrecían en el templo, y bailaban [...] holkanakot [...] baile de guerreros. Pasados los cinco días, venían a la fiesta, la cual porque era para cosa de guerra y alcanzar la victoria sobre los enemigos, era muy solemne”.
Los gobernantes antes de la batalla consultaban a los oráculos para conocer previamente el desenlace del encuentro o para saber si era propicio ir a la guerra. Los oráculos más connotados estaban en Cozumel, Chichén Itzá, Izamal e Isla Mujeres.
Mientras que los soldados comunes hacían ofrendas a los dioses y ejecutaban danzas ataviados y armados para la guerra, con el fin de augurar la victoria.
Para impedir una invasión enemiga, los mayas de las Tierras Bajas y las Tierras Altas solían fortificar sus ciudades y sus alrededores, así como establecerlas en las cimas de las montañas. Las defensas más comunes eran las palizadas de madera con rodapiés de mampostería o piedra; algunos de ellos poseían parapetos para los arqueros, honderos o lanzadardos. En zonas todavía forestadas, las palizadas se entretejían con los mismos árboles y se camuflaban con enredaderas y ramas. Incluso se conocen murallas hechas exclusivamente en piedra como en Ichpaatún, Mayapán, Tulum, Xcaret, Xelhá, Xamanhá.
Inclusive en Guatemala se sabe de la existencia de trampas para engañar y desmoralizar a los contrincantes:
“...construyeron una muralla en las orillas de su ciudad y la cercaron de tablas y aguijones. Luego hicieron unos muñecos en [...] forma de hombres, [...] los pusieron [...] sobre la muralla, los armaron de escudos y flechas[...].
Hicieron unos fosos alrededor de la ciudad[...] Y [...] pusieron entre cuatro grandes calabazas [...] alrededor de la ciudad. Encerraron los zánganos y las avispas dentro de las calabazas, para combatir con ellos a los pueblos.”
El estudio de las fortificaciones también presenta sus complicaciones, ya que no todas las murallas y fosos fueron construidos con motivos militares; también funcionaron como obras hidráulicas, límites físicos para controlar el acceso hacia los centros cívico - ceremoniales o como demarcadores jurisdiccionales de una entidad política.
Todos los ejércitos de la antigüedad han desarrollado dos tácticas principales de combate, la columna y la fila. La primera es la formación básica de marcha y la segunda es la posición inicial de batalla.
La Relación de Motul menciona que: “[...]quando salían de batalla aplacada [...] hacían de su gente dos alas [...] y en medio ponían un esquadrón de gente donde yba el señor y el sacerdote principal del templo[...]”
Los enfrentamientos eran comandados por el gobernante y sus generales. Las órdenes y maniobras de los tropas eran ejecutadas por medio de un sistema de estandartes e instrumentos sonoros como tambores, trompetas de madera y grandes valvas.
Landa escribió que: “[...]guiados por una bandera alta salían con mucho silencio del pueblo y así iban a arremeter a sus enemigos con grandes gritos y crueldades donde topaban descuidos.”
Mientras que Bernal Díaz del Castillo mencionó lo siguiente cuando las conquistadores de Cortés desembarcaron en Chanputun en 1519:
“[...]començarona silvar y tañer sus bozinas y atabalejos[...]” [y] “[...]ya de día claro vimos venir por la costa muchos más indios guerreros con sus vanderas tendidas y penachos y atanbores y se juntaron con los primeros que avian venido la noche antes y luego hizieron sus esquadrones [...] a esta causa estavan muy ufanos y orgullosos y bien armados [...] q. son arcos, flechas, lanças [...] y rodelas y macanas, [...] y piedras, y hondas, y armas de algodón, y trompetillas y atanbores los mas dellos pintadas las caras de negro y otros colorado y blanco y puestos en concierto...”
El ejército estaba organizado en escuadrones de hombres, según su rango y su armamento.
Los enfrentamientos comenzaban generalmente por una lluvia de proyectiles contra el frente enemigo, para luego proceder al combate cuerpo a cuerpo; así lo testifican varios conquistadores como Bernal Díaz del Castillo, Francisco Hernández de Córdova, Juan Grijalva, Martín de Ursúa, Pedro de Alvarado, los Montejo, entre otros.
Otra táctica usada era sorprender el emplazamiento enemigo durante el amanecer o por la noche, como el último asalto de los últimos reinos independientes del oriente de Yucatán en contra de los Montejo, durante el 8 de noviembre de 1546. El Memorial de Sololá menciona algunos enfrentamientos nocturnos entre los k’iche’ y los kaqchikel. Y cuando un batallón de itza’ amenazaron en atacar el fuerte de Martín de Ursúa durante la conquista de Noj - Peten en l697.
Las batallas navales en litorales, ríos y lagos no eran desconocidas para los mayas. Existieron grandes canoas tripuladas por arqueros o lanzadores de dardos, así como infantería para el combate cuerpo a cuerpo, si era necesario un desembarque.
Los campos de batalla podían ser entre la selva, zonas despejadas, a las afueras de las ciudades o dentro de ellas.
Cuando se asediaba un poblado y este era derrotado, los invasores podían saquear, capturar o asesinar a quienes desearan, así como quemar y destruir las casas y las tierras de cultivo:
“Cuando hubimos llegado a la orilla de las casas nos pusimos a lancearlos, luego que llegamos. Fue terrible realmente cuando nos encontramos en las casas; era en verdad grande el estruendo. Levantóse una polvareda cuando llegamos, peleamos en sus casas, peleamos con sus perros, con sus aves de corral, peleamos con todos sus animales domésticos.”
“Olvidaron las órdenes sobre tener misericordia de los zotziles y tukuchées y no cumplieron con tener compasión de la gente, y de esta manera amenguaron su grandeza y majestad.”
Como en muchas sociedades la obtención de cautivos y trofeos de guerra era una actividad muy importante para cualquier soldado; este tipo de acciones le servirían para condecorarse como una persona valiente, y así ganarse el respeto de su propio pueblo y el ascenso a una mejor posición social.
“Después de la victoria quitaban a los muertos la quijada y limpia de la carne, poníansela en el brazo[...] Acabada la guerra, los soldados hacían muchas vejaciones en sus pueblos [mientras] duraba el olor de la guerra...”
Como se mencionó con anterioridad uno de los motivos de la guerra entre los mayas era la captura de prisioneros. Eran destinados a la servidumbre o vendidos como esclavos; en cambio las personas importantes ligadas a la realeza y soldados de alto rango eran destinados a morir en honor a los dioses.
Los cautivos eran exhibidos y humillados, y posiblemente torturados públicamente para luego ser sacrificados.
Durante el Posclásico Tardío existieron tres ceremonias de terminación, la extracción del corazón, el flechamiento y la decapitación; que culminaban con el canibalismo ritual.

Conclusiones.
· La guerra en el área maya durante el Posclásico Tardío se originaba por necesidades grupales como individuales, que eran la adquisición de bienes escasos, mano de obra, comercio, venganza y prestigio. Y no solamente la búsqueda de cautivos de guerra para el sacrificio.
· Las sociedades mayas poseían una organización militar bastante desarrollada, auspiciada por los exigentes intereses de la élite gobernante y la gran competitividad entre las entidades políticas locales.
· Las contiendas armadas se restringían a una región determinada, la cual estaba limitada por la rivalidad socio - política y la tecnología disponible de la época.


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